noviembre 22, 2009

Nada

*/Por cada minuto de un día que fue eterno. Porque hoy puedo decirlo, te quiero...y por manzanas rojas y amarillas./*

¿Cómo explicar, sin que mal se entienda, que eres nada?
Un espacio.
Un silencio.
Un vacío.
Un alto.
Un freno.
Un gran nada.

¿Cómo hacer para que no se equivoque quien lea?
¿Cómo para que no te equivoques tú?

Ahora lo tengo...lo diré de otra manera.
Eres un respiro y el suspiro que le acompaña.
Una sonrisa y las ganas de reir.
Algo de calma y mucho de paz.
Un abrazo y las ganas de repetirlo.
La parte real de un sueño.
La fuerza de un latido.
Un vistazo a la luna.
Una canción desencajada.

Cuando mi nada viene a ser...
...como estar felíz...y como permanecer así.

Y cuando nada, es, sencillamente todo.

noviembre 13, 2009

Esta soy yo

//¿A quén más a estas alturas de mi sonrisa?... A tí.

Que absurdo es (Tiziano ferro - El confín)
Lo que universalmente, todo el mundo siempre llama (Tiziano F. – El sol sale para todos)
La primera impresión (Tiziano Ferro – El sol sale para todos)

Se notaba que buscabas algo (Aleks Sinteck - Tu necesitas)
Es que no puede ser que nadie se fijó (Aleks Sinteck - Tu necesitas)
Suele pasar (M5 - Ya pasará)

Hoy luces brillante, ya no eres el de antes (Aleks Sinteck - Un héroe real)
Descubrirte fue tan inesperado (Timbiriche - Vuelve a comenzar)
Es que no puede ser qué fácil llegó la oportunidad de descubrirte aquí (Aleks Sinteck - Tu necesitas)
Las cosas buenas siempre son así (Enrique Iglesias – Dímelo)
No me lo puedo explicar (Tiziano ferro - No me lo puedo explicar)
Y yo que no tengo buena suerte (Aleks Sinteck - Tu necesitas)

No lo comprendo ahora te lo confieso (Tiziano ferro - El confín)
Es que no puede ser que nadie te vio, que estabas aquí en la soledad (A. S.- Tu necesitas)
El destino lo sabía y hoy te puso ante mí (Camilla - Solo para ti)
Aquí me tienes de frente a ti, no rompo un plato parezco feliz (Lynda - Maldita timidez)

Tal cual te vi luego yo me decidí a quedarme cerca de ti (Aleks Sinteck - Tu necesitas)
Por las cosas bonitas tan simples que siempre me dices (Yahir - No te apartes de mí)
Y en todos instantes piensas cosas brillantes (Aleks Sinteck - Un héroe real)
No te quisiera perder jamás (Aleks Sinteck - Una pequeña parte de ti)

Una pausa de los juicios y prejuicios (Tiziano Ferro – El sol sale para todos)
Disipa tus miedos (Aleks Sinteck - Un héroe real)
Nada particular (Miguel Bosé - Nada particular)

Retrasé la fecha una y otra vez (Quinta estación – Ayer)
Por no decir lo que quiero (Quinta estación – Miradas)
No sé ni cómo explicar (La oreja de Van Gogh - la paz de tus ojos)
Y no lo pude evitar (Kalimba - No me quiero enamorar)
Tienes que saber (Belanova - Estabas a mi lado)
Si bien irónico he de confesar (Miguel Bosé - Que no hay)
Estoy loca loca por ti (Gery - Loca loca)

Las horas se pasan volando (Miguel Bosé - solo pienso en ti)
Di porque tanta timidez ¿a qué viene esa actitud? (Ha-ash - Vas a volverme loca)
Si piensas, no lo admites (Tiziano Ferro - Las cosas que no dices)
Oye tú, no finjas demencia (Lynda - No quiero verte hoy)
Sé que te empiezo a gustar (Flans – Tímido)
Tú nunca has hablado de esto (Tiziano Ferro - Las cosas que no dices)
Pero ya lo vez, no tengo valor, no sé cómo hacer y decírtelo (Jeans - Maldita timidez)
Es difícil mi amor más difícil de lo que pensé (Yahir - No te apartes de mí)

Creo que empiezo a entender (Shakira -Las de la intuición)
Hay en ti amor, un millón de estrellas (Pambo - Tras nubes)
Tu mente inconsciente procesa diferente (Aleks Sinteck - Un héroe real)
Un chico tímido algo especial (Flans – Tímido)
Que de un sutil azul pinta mi interior (Timbiriche - Vuelve a comenzar)

El caso es que hoy (M5 - Ya pasará)
Hoy es un día de aquellos en que miro hacia el cielo (Shakira - Un poco de amor)
Y al ser vulnerable me vuelvo invencible (Miguel Bosé - Que no hay)
Sé que me he vuelto a perder, que he vuelto a desenterrar todo aquello que pasé (La oreja de Van Gogh - La paz de tus ojos)
Yo soñaba en la playa con el hombre “ideal” (Flans – Tímido)
Tarde demasiado tiempo en reaccionar, en volver a sentirme racional (5ta Est. – Ayer)
Olvido todo y a partir de ti vuelvo a comenzar (Timbiriche - Vuelve a comenzar)

Yo me pregunto cómo puedo detener esto que siento (Gery - Loca loca)
Yo no quería quererte (Kalimba - No me quiero enamorar)
Lo que tú no sabes y que quiero tu comprendas (Tiziano Ferro – El sol sale para todos)
Que ya no acierto a encontrar razones (Tiziano ferro - El confín)
Yo no lo puedo explicar (Tiziano ferro - No me lo puedo explicar)
Y yo no pensé que fuera a ser así (Ricky Martin - Bombón de azúcar)
Pero poco a poco solo pienso en ti, solo pienso en ti (Miguel Bosé - solo pienso en ti)
Hoy puedo decir, eres lo que buscaba (Belanova - Estabas a mi lado)
Te busqué tanto, pero al fin te encontré (Aleks Sinteck - Una pequeña parte de ti)

Y así te fui queriendo a diario, sin una ley sin un horario (Reily - Amor del bueno)
No pensé que ese aire inocente me enseñase un mundo (Yahir - No te apartes de mí)
Y fue tan fácil, quererte tanto, algo que no imaginaba (Camilla - Todo cambio)
Esos aires de quien no sabe nada me han sabido hacer feliz (Yahir - No te apartes de mí)
Y por todo lo que veo en ti (Yahir - No te apartes de mí)

Y si dejas que diga que tanto te quiero (Pambo - Tras nubes)
Cada que imagino pienso en mil momentos en que estás conmigo (Pambo - Tras nubes)
Y cuando estás ausente te abrazo a mi mente (Benny Ibarra – Cielo)
Buscando una señal que me lleve hasta ti (Quinta estación - Cerca de ti)
Por la falta que me haces aquí (Yahir - No te apartes de mí)


Hoy he dejado de hablar, quiero callar, disimular, solo me queda esperar (La oreja de Van Gogh - la paz de tus ojos)
Tan cerca de ti, tan cerca de ti (Quinta estación - Cerca de ti)
Yo quiero que tú me digas, necesito que me lo digas (Reik y SinBandera - Estar en tu mundo)
Quiero saber si puedo estar en tu mundo (Reik y SinBandera - Estar en tu mundo)

Ya no sé ni que hacer para que te fijes, me aparezco donde estés para que me mires (Niki clan – mírame)
Mírame, Mírame (Niki clan – Mírame)
Tímido mírame (Flans – Tímido)

Si solo con valor me lo pidieras no te dejaría, no, no, no (T. Ferro - La travesía del verano)
Tímido atrévete (Flans – Tímido)
Si suplicaras que te traicionara yo no cedería, no, no, no (T. Ferro - La travesía del verano)
Tímido búscame (Flans – Tímido)

Solo queda demostrar que es cierto lo que siento (Quinta estación – Sólo es un minuto)
Tímido quédate (Flans – Tímido)
Acércate a mí y bésame aquí en la boca (Aleks Sinteck – Loca)
A lo mejor y soy yo lo que tú necesitas (Aleks Sinteck - Tu necesitas)

Pero no mi amor (Cintia y José Luis - Si no estás conmigo)
No te apartes de mí (Yahir - No te apartes de mí)

septiembre 07, 2009

Confesión por escrito


--> − ¡Nadie entiende! ¡Nadie entiende, yo la maté, la maté!− gritaba el desgraciado.
Dos enfermeros del hospital psiquiátrico lo mantenían imposibilitado, usaban toda su fuerza y solo así conseguían retenerlo pegado de cara al piso, con los brazos retorcidos tras su espalda.
− ¡Tengo pruebas, yo la maté! –su garganta parecía a punto de ceder, los alaridos atronadores que brotaban desde su estómago amenazaban desgarrar las cuerdas vocales. Sus ojos casi se salían de las órbitas por el esfuerzo.
Los objetos impecables de la blanca estancia comenzaron a menguar; parpadeaban por momentos, se desdibujaban, las líneas de sus contornos vibraban ligeramente para difuminarse poco a poco. Los sedantes surtían efecto, lo enviaban a alguna parte de su inconsciente, desde donde aún podía imaginarla tirada sin vida, embarrada en su propia sangre.

−Inmediatamente doctora, la dosis normal, despertará en media hora. Nos dio algunos problemas y no dejaba de gritar que había matado a una mujer.
− ¿Qué dicen las autoridades?
−Solo lo retuvieron durante unos veinte minutos, pensaron que no estaba bien de la cabeza y lo trasladaron enseguida; venía esposado e inconsciente.
La mujer no se detuvo un solo segundo mientras entrevistaba al enfermero, el hombre caminaba medio paso detrás de ella relatándole los pormenores.
− ¿Cómo lo hizo?
El enfermero se detuvo y ella no pudo menos que notarlo y mirarlo un poco fastidiada.
−No mató a nadie −afirmó haciendo un gesto de hombros y de palmas extendidas–. No hay pruebas, no hay personas desaparecidas, no existe la mujer que él nombra, no hay crimen por ningún lado.
La doctora miró a su interlocutor sin verlo, como si más bien éste se interpusiera en su línea de vista. Se permitió por unos momentos un gesto de desconcierto y enseguida enfocó la mirada, cambió el saco de un brazo a otro y se mostró exasperada.
−Bien doctora, no la interrumpo más, el paciente se designó al doctor R…
−No, asígnelo a mis pacientes, gracias.
El hombre permaneció plantado tal como estaba, escuchando los taconazos alejarse; primero sobre un mármol durísimo y posteriormente sobre un tramo de duela pulida. Al final de su recorrido diario –como para sellar el conjuro– la vieja bruja le acomodó el acostumbrado golpe a su puerta.

Aceleró el paso a modo de nivelarlo a su habitual ritmo sin interrupciones, sin un Héctor hablando hasta por los codos. Caminaba rápido y mirando de frente; las puertas de ambos lados del pasillo se confabulaban en su mente para contribuir a simular un ejemplo pasable del efecto Doppler.
La placa rezaba: “Hospital de análisis y salud mental. Directora general…”
Ni siquiera la miró. Azotó la puerta de su oficina.
Hizo algunas llamadas: un cirujano, una trabajadora social y algún otro sin importancia. Aburrido, aburrido, aburrido.
Leyó el nuevo expediente.
Carlos Cortés, sin antecedentes penales, sin previas consultas psiquiátricas, sin familia ni enfermedades genéticas hereditarias, aparentemente sano, aparentemente inocente, aún cuando él afirmara –a berridos− lo contrario.
Le gustaba la psiquiatría a un nivel criminal. Lidiar con las mentes que además de enfermas, tenían algo de retorcido y peligroso.
Y definitivamente Carlos Cortés prometía.

Al abrir los ojos e ir retomando conciencia de su situación, Carlos Cortés intentó levantarse pero no se movió; gruesas correas lo sujetaban firmemente a la cama de hospital.
Tendrían que creerle, serían olímpicamente estúpidos si no lo hacían. Abasteció los pulmones y se dispuso a continuar donde se había quedado.
−Lo sé, usted mató a una mujer, no grite.
Carlos Cortés estuvo a punto de atragantarse con su propio aire −si tal cosa fuera posible− y apretó los puños. La cabeza le daba vueltas y había tras sus ojos un par de punzadas palpitantes que le predispusieron una migraña.
−Y bien, señor Cortés ¿cómo se llamaba la difunta?− preguntó sin ganas.
Algo en la cabeza de esa famosa doctora, esperaba oír una buena historia, con algo de tétrico y oscuro, deseaba que él fuera uno de “sus favoritos”.
−La maté…
Se miraron largamente, ella lo estudió a fondo para revelarse a sí misma el veredicto final.
El hombre no mentía; llevaba labrada la verdad en la solemnidad de su escueta frase. Sonrió.
− ¿A quién? –susurró con el atisbo de mueca aún dibujado.
−Se llamaba Dulce Amor –el tono casi alegre impreso en la declaración alertó los sentidos de la doctora.
Desechó el sentimiento de aprensión y recobró su cotidiano y ácido registro facial, aunque se abstuvo de mirarlo a los ojos el resto de la entrevista.
− ¿Apellidos?
−Nunca lo supe −ladeó la cabeza calculando las palabras−. Siempre he tenido problemas con los apellidos, preferí no saber…

La doctora se sorprendió un poco al conocer la historia los primeros días, pero al cabo de unas cuantas sesiones estuvo bien segura.
¡Por fin estaba lidiando con un verdadero asesino! Le había descrito todo tan detalladamente que llegó a imaginarlo, una vez incluso sintió el olor de la sangre, las manos se aferraban al borde de la cama de hospital y Carlos parecía no acabar de hablar nunca.
Le contó como Dulce Amor se había retorcido en el sitio donde había caído hasta que se secó su garanta, se acabaron sus gritos y los ojos se le tiñeron de algo parecido a un vidrio líquido; o cuando le habló de la mancha de sangre en la pared y la alfombra, de cómo brotaba, se disolvía con el oxígeno y pasaba de un rojo oscuro hasta un marrón seco…
El hombre la había fascinado. ¡De verdad tenía algo podrido en su mente!
Pero aún quedaba un cabo suelto: ¿cómo era posible que la policía no investigara a fondo, cómo podían seguir negándose tremenda verdad? ¡Negligencia!
Arrugaba la frente tan solo de pensarlo.
No quería que un asesino serial en potencia se escapara, y si ella podía ayudar a evitarlo, lo haría a cualquier precio. Otra vez la misma sonrisa-mueca.
- - -
A ni uno solo de sus colegas se le habría ocurrido pensar que algo estaba fuera de regla. La mejor y más famosa doctora de la institución escoltaba a uno de sus pacientes fuera de las instalaciones de la clínica; la orden de alta estaba firmada y la receta de calmantes y antidepresivos surtida. Ya casi nadie recordaba demasiado la primera y única escena de Carlos Cortés, montada el mismo día de su llegada.
Gajes de oficio.

Llegaron a casa de Carlos, era la única manera de creerle del todo, ver la evidencia.
El miedo siempre había estado al final de su lista de sentimientos disponibles, y ahora que se veía frente a él, no podía negarlo, le estaba gustando ese miedo; se estaba deformando en una clase rara de adrenalina provocada. El hombre había matado a Dulce Amor quien sabe cuantos días atrás y solo ella contaba con esa maravillosa verdad.
Las llaves tintinearon en las manos nerviosas de Carlos antes de que éste y su temblor, pudieran concentrarse en la ranura asimétrica de la puerta.
La casa olía terrible: algo seco y a la vez mojado, fácilmente podría haber sido el aire aislado y respirado durante varios días por cosas sin vida.
Carlos siguió caminando delante de ella, como un fiel lazarillo. Cruzaron la cocina, la primera estancia, un pasillo con sus cuartos a ambos lados y al final, justo después del baño, se vislumbró un escritorio resaltando en un cuarto vestido de verde oscuro y caoba.
Y solo en ese instante fue cuando Carlos volteó a mirarla; la euforia contenida se le anexó en la expresión, en la respiración, en la sonrisa que se ensanchaba muy lentamente…tomándose su tiempo, calculando, recordando, imaginando.
Dulce Amor había muerto, es cierto, pero ahora que lo pensaba mejor, fue la opción perfecta, quizá incluso lo mereciera.
La sonrisa llegó a su punto cumbre cuando sobre el escritorio colocó la caja. Un baúl que sin esfuerzo podría contener una cabeza y quizá un par de brazos…o una pierna.

La electricidad que sentía en todo el brazo aferró −aún más fuerte− sus dedos entorno al cuchillo hurtado que le acompañaba desde la cocina. Ni siquiera se molestó en esconderlo, y ante los ojos de la nueva víctima, le descargó una puñalada mortal en el pecho.
El grito ahogado y la sangre que ganaba terreno marcando nuevos límites anárquicos, fueron los únicos testigos oculares de la muerte de Carlos Cortés a manos de la doctora.
Todo había terminado. Carlos había robado la vida a Dulce Amor, pero ahora él estaba muerto y ya no podría lastimar a nadie más. La doctora estaba satisfecha.
Al segundo siguiente la mujer se situó frente al baúl abierto, manoseando el contenido. Sus ojos se abrieron desmesuradamente, desapareció todo la locura que se había anidado en su cabeza desde conocerlo y por primera vez aterrada, grito y se echó a temblar arrodillada junto a Carlos, sobre su sangre. El contenido del baúl yacía en su propio regazo, intacto.
Una pila de hojas blancas escritas a mano.
Cuando desesperada encontró la última hoja, leyó en voz alta.
“…de pronto y sin más, Dulce Amor estaba muerta…”
Los temblores de su cuerpo cambiaron, se le estaba form
ando una regurgitarte carcajada dentro del cuerpo, las manos dejaron de temblar y sin poder contenerse más, la risa le brotó sincera, exponencial e histérica.
− ¡Un libro, un libro! ¡¡¡Carlos Cortés me hablaba de
un libro!!!
Y por fin, libremente, la locura.
¡Ella podía ayudar a Dulce Amor, la haría vivir de nuevo, no le costaría trabajo!
Si, sí, lo haría por Carlos Cortés que había sido
de entre todos, su paciente favorito.
Fin.

septiembre 02, 2009

$4.00 pesos

//A ese señor desconocido.

¿Qué pasó ese día?
Mas me vale recordarlo por un momento para no olvidarlo más tarde.
Fue un buen día, pero como muchos buenos días, no comenzó bien.
Alguna cosa estúpida me traía de un humor no de perros, ¡de dragones!
Alguna cosa tonta y "sin importancia", como suelen ser esas tonterías sin importancia que se dan cuando se convivie con una tonta y sus tonterías.
Camino a la escuela (¡otra vez!), tomé un camión (el mismo de ayer y mañana) y me acerqué a pagar al chofer...
Me atrevería a apostar que de entre todos (incluyéndome) el chofer era el que traía una nubecita negra lloviendole encima, pero ha de ser cosas de oficio.
Requisito para conducir un elemento de transporte público (camion- microbus- lo que sea): 1.-Ser un verdadero y total ogro de convicción.
2.-Adorar las carreras con los colegas junto con la adrenalina marcada en la casa de los usuarios.
3.-No olvidar la primera regla.
Bueno, ya qué, me volví a salir del tema.
El camión estaba llenísimo, al punto de que para que pudieran bajar los que habían llegado a su destino, otros que aún no llegaban debián bajar primero para dejar paso y luego volver a subir...blablabla, así andaba la situación, !y no hay que olvidar mi genio de humor de dragones!
Acá viene lo interesante.
Traía un billete de cien pesos nuevecito, una mochila que pesa toneladas (mi costumbre medio rara de cargar con las cosas necesarias para "sobrevivir"...y más libros de los necesarios).
Otra vez me escapo del punto.
Tenía una sola mano libre (por desgracia el señor chofer estaba en una etapa de carrera alocada)...le alargué el billete, con el peligro de caer y ser aplastada por la multitul interior. El hombre del cual depende nuestra segura llegada a nuestros respectivos destinos me miró casi indignado.
-No hay cambio- zanjó la mirada asesina para (gracias a Dios) mirar al frente.
Empecé a revolver los bolsillos de la mochila, para buscar cuatro pesos.
De pronto una señora que estaba sentada a mi lado me tocó el brazó y me indicó que el señor a su lado me llamaba.
Me acerqué y dijo algo que nunca llegué a entender, mientras sacaba de algún bolsillo interior un papel doblado...
El hombre era un viejo.
Demasiado arrugado y mayor como para moverse, pensé.
¿Cómo era el señor?
Muy moreno, muy arrugado, se notaba a leguas que era y había sido toda su vida un hombre de campo. Llevaba un sombrero blanco y desgastado de campesino, una camisa blanca muy gastada, un pantalón negro, sucio y viejo, creo que llevaba sandalias, no recuerdo bien.
Su cabello era ralo, ahora que trato de recordar en detalle, casi lo describiría transparente, sus cejas de igual tono.
Estaba encorbado sobre el asiento, sus manos temblaban y los párpados casi cubrían sus ojos; a su cintura alcancé a ver un machete envuelto en periodico e iba cargado con un montón de morrales y cosas envueltas en más periodico y amarradas a sus bolsas o a su cerpo con mecate o quizá hilo nylon.
Me acerqué y dijo algo que nunca llegué a entender, mientras sacaba de algún bolsillo interior un papel doblado...y del papel dos monedas de dos pesos que me dió con una mano huesuda, morena y tambaleante.
Tomé el dinero un poco confundida pagué al camionero, me dió un boleto y se lo dí al señor. Yo había pensado que me pedía que pagara su boleto, no se me ocurrió nada más que esa idea.
El hombre moreno aquel que se sentaba del lado de la ventanilla negó con la cabeza.
La mujer que me llamó primero se notaba un poco confundida. Confusión que no se comparaba con la mia.
Unas tres o cuatro paradas después el hombre se puso de pie con dificultad y bajó del camión.
Yo iba toda hecha un mar de pensamientos.
Que idiota había sido estando con tan mal humor.
Cuán bien me sentí con ese detalle que no tuvo precio, invaluable.
Ese señor no me dió $4.00 pesos para remediar mi falta de cambio, me dió un golpe de frente con algo que se llama "hacer algo bueno por alguien", así sin más.
Que cosa tan rara y tan agradable fue eso.
No sé porqué escribo esto apenas ahora si tiene de ello más de seis meses, pero bueno, olvidar a ese señor es cosa imposible porque me alegró un día que sencillamente había iniciado de porquería.

agosto 20, 2009

Lluvia sin más




*/A mi nuevo amigo. Porque lee todo, sabe escuchar y también porque poco a poco aprende a hablar. Ah, y por una frase en especial./*


"Vamos, vamos, ¿qué me pasa?¿O es que nada me pasa?" pensaba él cada vez.
Las cosas no van siempre de acuerdo a como queremos que ocurran, aveces simplemtne tienen sus propios planes y les importa un pepino si nos viene bien o no.
Pero ante todo eso, ¿porqué el chico se sentía fuera de su vida?, si es de suponer -porque todos lo dicen- que cada quien es dueño de su propia vida, que cada persona toma sus decisiones y escoge su propio estado de ánimo.
Se miró los zapatos y siguió caminando, el cabello castaño le caía por la frente y las manos le acompañaban como resignadas hechas un puño dentro de los bolsillos de la mezclilla.
Quizá pasaba que esperaba algo que parecía no existir, pero ¿porqué era que no entendía el origen de esa indiferencia?, de la falta de ánimo, de la soledad...
Las cosas se le antojaban sin sabor, sin ganas, sin nada, ese seguía siendo el problema. Nada de nada.
Llenó los pulmones de un aire salino, casi húmedo, templado; miró un par de segundos el cielo morado. Desechó una vez mas esa maraña de pensamientos abrumadores y vacíos y los dejó salir en un suspiro largo que lo dejó vacío a sí mismo.
¿Tenia frio?
No existía tal cosa esa noche, era una noche tibia; pero sí, era algo como frio lo que le rodedaba el alma.
Siguió arrastrando los pies y mirando el concreto; otra gente corria, platicaba o caminaba cerca de él, pero si los escuchaba acaso, eso no podría saberse.
El sonido de las olas le llegaba vagamente. Y se detuvo a pensar en el mar. Una inmensa masa de agua menos densa de lo normal.
Ocurría que el mar era un buen tema de investigación, de admiración, de poesías, de canciones, de polémica incluso.
Se preguntó por un momento si el inconveniente de vivir a unos cuantos palmos del mar era que de pronto era tan simple tenerlo cerca, que parecía perder el encanto.
Sí, eso ocurría, las cosas a su alrededor perdian el encanto ante sus ojos, como el mar...monocromático, deslúcido, dévil.
-Como el mar- dijo en voz baja y suspiró nuevamente.
Los colores no brillaban tanto, ni el frio o el calor era tan importante, la musica no significaba nada, la rutina raspaba la felicidad...la gente se olvidaba de los amigos cuando conocían nueva gente y los amigos perdían gente que habían creído amigos.
De pronto sin darse cuenta, su cara estaba escurriendo...se miró la ropa; el tono teal de su camiseta había cobrado un matíz oscuro.
Al levantar la cara al cielo y retirar el cabello pegado y mojado de la frente, cerró los ojos y sonrió.
Y allí se quedó, sin pensar una sola cosa. Con la mente tan en blanco, como la idea de una historia nueva sin escribir.
El cielo se razgaba por momentoas a base de electricidad y luz en forma de relámpagos.
La tormenta probablemente inundaría las calles, eso siempre pasaba en latitudes tan a nivel del mar.
Y ese pensamiento fue el primero que le vino a la cabeza, no podía evitarlo, solía racionalizar su ambiente, así estaba cómodo, conociendo lo que le rodeaba y controlándolo de cierta forma. Aún cuando por control entendiera, explicarlo simplemente.
Su sonrisa se exteriorizó en una risa suave que se extendió más y más. El ruido del agua era tan fuerte que no escuchó su propia voz. Eso mismo le dió otra idea que le hizo reir con mas ganas. ¿Y si cantaba, escucharía su voz?
Había que poner en práctica la teoría, y así continuó su recorrido, cantando a todo pulmón sin poder escucharse, solo sentía el sonido en la vibración de la garganta.
Ya no había ni un solo centímetro de su cuerpo que no estuviera empapado.
Le causó cierto placer ver a la demás gente corriendo a refugiarse en sus coches o en donde podía, los imaginó maldiciendo por lo bajo, regañando a los niños que mataban por estar en su lugar, bajo la llúvia, como él; riñendo entre quién había olvidado la sombrilla y quién había dejado las ventanas abiertas en casa...
De pronto ya no había nadie, todos se habían librado de la bendición de la lluvia...lluvia sin más.
Se quedó solo, el mundo se había escapado de esa gloriosa sensación que lo estaba embriagando, disfrutó como nunca el estar a solas.
El muchacho era nadie más que el rey del mundo y en ese momento, quien hubiera dicho lo contrario, mentía.
No pudo evitar pensar en esa chica rara, quizá tuviera un poquito de razón con eso de la lluvia. Sonrió para ella, a la distancia.
Y de la nada lo supo.
Ironicamente el frio se había ido, ironicamente la vida le supo a sal y a agua y a olas chocando con un muro y a zapatos mojados y a charcos y a cielo nublado y a estrellas detrás de ese cielo y a grandeza y a infinito.
La vida le supo a vida.


//-Hasta donde te conosco te considero una persona maravillosa, eres como lo mas sincero que me rodea.

junio 13, 2009

50

*/Pa' mi pa. Que de verdad es mi ejemplo, que de verdad es mi orgullo/*

Hoy cumpliste cincuenta años, y apenas hace veinte te conozco.
Festejo contigo cincuenta, pero adoro mis veinte contigo.
Con menos de la mitad de esos veinte fuiste mi persona favorita.
Con poco más de esos veinte te veo hoy cumpliendo cincuenta.
Tenías treinta y ya me adorabas, ya era tu princesa.
Han pasado veinte más después de esos treinta y a veces, todavía me dices princesa.
Porque hoy cumpliste cincuenta y porque me quieres desde los treinta.
Por eso a mis veinte te escribo, que sigues siendo mi favorito.
Que me haces estar orgullosa, no porque cumplas cincuenta.
Sí por que te lo has ganando.
Veinte años de mostrarme el cómo, veinte de los mil porqués.
De allí proviene mi orgullo.
Por querernos tanto, por nunca dejarnos, por cuidarnos siempre.
Porque escuchas y entiendes.
Pero antes que todo lo escrito.
Papi, por veinte años de ser mi ejemplo.
Felices cincuenta cumplidos pa'.

mayo 13, 2009

Habría sido suficiente

*/Te esperé largo tiempo, te pensé el doble de eso. No soy yo quien está contigo. Adiós mi ángel de sonrisa triste, que nunca comprendió de sutilezas.
Adiós ángel mio que nunca volaste cerca. Te quería tanto, ¡que poco es tanto!/*

Sólo tenías que sentir un sí, habría sido suficiente.
Yo me habría encargado, yo te habría enseñado.
Lo mucho que te quería, lo tanto que te esperaba.
Hubieras entendido, yo me hubiera encargado.
Demostrarte que de haberme escogido, todo para ti sería distinto.
Con quererlo habría bastado, con quererme habría sobrado.
No debías preocuparte, yo nunca me habría apartado.
Debías estar muy seguro, yo era tu garantía.
De días felices, tal vez soleados.
Si tan solo hubieras confiado... debiste dejarme quererte.
Dejarme cambiarte a sonrisa, dejarme acercar suficiente.
Para escuchar de mis labios cuantas palabras escritas.
No tenías que pensar mucho.
Tan solo quedarte cerca, ya no más quedarte solo.
Yo podría haberte amado, nunca faltó demasiado.
Me habría encantado entendieras todo lo que ya sabías.
Que sintieras mi certidumbre, que aceptaras mi analogía.
Pudiste darme la mano, debiste tender tus brazos.
Jamás te hubiera soltado, nunca lo permitirías.
Me hubieras querido tanto.
Debías haber entendido, desfigurando las dudas.
Podría haber sido yo, lo que encontraste sin haber buscado.
A quien necesitabas sin haber pedido.
No tendrías que conquistarme, tú ya eras mi sentido.
Solo debías desearlo, por mí brillarían tus ojos.
Se habría alegrado tu vida, te habrías tú vuelto la mía.
Te quise desde siempre, más que desde conocerte.
Te esperé y no lo sabía, lo entendí en tanto verte.
Si lo hubieras comprendido, si me hubieras permitido.
Lo habría explicado, te habría mostrado.
Me habrías querido, ya te adoraba.
Te habría amado...nunca faltó demasiado.
Ángel de mi corazón...nunca faltó demasiado.
Tendrías que haberme querido, debiste de haberme amado.
Habría sido suficiente.

febrero 01, 2009

Paserà

Si no es un astro en quien se piensa
Si no es un dios a quien se ama
Si no es amor de que se vive
Si es un demente, un error o un infortunio
Si es un hombre, si es un angel o si es demonio
Si no es nadie y así lo es todo
Si es así pues que así sea
Pero sea ángel o demonio
Que lo vea y lo comprenda
Que lo espere y lo conciva
¿Qué cosa?
Que alguien le espera
Sea como sea