agosto 20, 2009

Lluvia sin más




*/A mi nuevo amigo. Porque lee todo, sabe escuchar y también porque poco a poco aprende a hablar. Ah, y por una frase en especial./*


"Vamos, vamos, ¿qué me pasa?¿O es que nada me pasa?" pensaba él cada vez.
Las cosas no van siempre de acuerdo a como queremos que ocurran, aveces simplemtne tienen sus propios planes y les importa un pepino si nos viene bien o no.
Pero ante todo eso, ¿porqué el chico se sentía fuera de su vida?, si es de suponer -porque todos lo dicen- que cada quien es dueño de su propia vida, que cada persona toma sus decisiones y escoge su propio estado de ánimo.
Se miró los zapatos y siguió caminando, el cabello castaño le caía por la frente y las manos le acompañaban como resignadas hechas un puño dentro de los bolsillos de la mezclilla.
Quizá pasaba que esperaba algo que parecía no existir, pero ¿porqué era que no entendía el origen de esa indiferencia?, de la falta de ánimo, de la soledad...
Las cosas se le antojaban sin sabor, sin ganas, sin nada, ese seguía siendo el problema. Nada de nada.
Llenó los pulmones de un aire salino, casi húmedo, templado; miró un par de segundos el cielo morado. Desechó una vez mas esa maraña de pensamientos abrumadores y vacíos y los dejó salir en un suspiro largo que lo dejó vacío a sí mismo.
¿Tenia frio?
No existía tal cosa esa noche, era una noche tibia; pero sí, era algo como frio lo que le rodedaba el alma.
Siguió arrastrando los pies y mirando el concreto; otra gente corria, platicaba o caminaba cerca de él, pero si los escuchaba acaso, eso no podría saberse.
El sonido de las olas le llegaba vagamente. Y se detuvo a pensar en el mar. Una inmensa masa de agua menos densa de lo normal.
Ocurría que el mar era un buen tema de investigación, de admiración, de poesías, de canciones, de polémica incluso.
Se preguntó por un momento si el inconveniente de vivir a unos cuantos palmos del mar era que de pronto era tan simple tenerlo cerca, que parecía perder el encanto.
Sí, eso ocurría, las cosas a su alrededor perdian el encanto ante sus ojos, como el mar...monocromático, deslúcido, dévil.
-Como el mar- dijo en voz baja y suspiró nuevamente.
Los colores no brillaban tanto, ni el frio o el calor era tan importante, la musica no significaba nada, la rutina raspaba la felicidad...la gente se olvidaba de los amigos cuando conocían nueva gente y los amigos perdían gente que habían creído amigos.
De pronto sin darse cuenta, su cara estaba escurriendo...se miró la ropa; el tono teal de su camiseta había cobrado un matíz oscuro.
Al levantar la cara al cielo y retirar el cabello pegado y mojado de la frente, cerró los ojos y sonrió.
Y allí se quedó, sin pensar una sola cosa. Con la mente tan en blanco, como la idea de una historia nueva sin escribir.
El cielo se razgaba por momentoas a base de electricidad y luz en forma de relámpagos.
La tormenta probablemente inundaría las calles, eso siempre pasaba en latitudes tan a nivel del mar.
Y ese pensamiento fue el primero que le vino a la cabeza, no podía evitarlo, solía racionalizar su ambiente, así estaba cómodo, conociendo lo que le rodeaba y controlándolo de cierta forma. Aún cuando por control entendiera, explicarlo simplemente.
Su sonrisa se exteriorizó en una risa suave que se extendió más y más. El ruido del agua era tan fuerte que no escuchó su propia voz. Eso mismo le dió otra idea que le hizo reir con mas ganas. ¿Y si cantaba, escucharía su voz?
Había que poner en práctica la teoría, y así continuó su recorrido, cantando a todo pulmón sin poder escucharse, solo sentía el sonido en la vibración de la garganta.
Ya no había ni un solo centímetro de su cuerpo que no estuviera empapado.
Le causó cierto placer ver a la demás gente corriendo a refugiarse en sus coches o en donde podía, los imaginó maldiciendo por lo bajo, regañando a los niños que mataban por estar en su lugar, bajo la llúvia, como él; riñendo entre quién había olvidado la sombrilla y quién había dejado las ventanas abiertas en casa...
De pronto ya no había nadie, todos se habían librado de la bendición de la lluvia...lluvia sin más.
Se quedó solo, el mundo se había escapado de esa gloriosa sensación que lo estaba embriagando, disfrutó como nunca el estar a solas.
El muchacho era nadie más que el rey del mundo y en ese momento, quien hubiera dicho lo contrario, mentía.
No pudo evitar pensar en esa chica rara, quizá tuviera un poquito de razón con eso de la lluvia. Sonrió para ella, a la distancia.
Y de la nada lo supo.
Ironicamente el frio se había ido, ironicamente la vida le supo a sal y a agua y a olas chocando con un muro y a zapatos mojados y a charcos y a cielo nublado y a estrellas detrás de ese cielo y a grandeza y a infinito.
La vida le supo a vida.


//-Hasta donde te conosco te considero una persona maravillosa, eres como lo mas sincero que me rodea.