//A París, por supuesto.
París, París de mi pecho.
Amo cada perla que vi surcar tu bandera,
y bendigo los segundos en que alguna me tocara.
Amo la poesía, toda ella te refiere.
Amo cada perla que vi brotar de tus prados,
y deseo tales veces en que alguna me alcanzara.
Región brillante y perlada,
región desde el tiempo eterno...
No hay maravilla más bella
que observar condecendiente
tu soberbia torre erguida;
acero fuerte que gesta
mis sueños y mis desvelos.
¡Traviesas perlas de Francia!
A veces, sola y sin prisa, evoco tu compañía.
Mi nación, México en pecho,
suplica desesperada nunca hacer callar tu nombre;
más aún desea nombrarte,
en un lánguido lamento:
¿Dónde estás París del pecho?
París, París...
Sabroso recuerdo de ciudad a donde vuelvo,
recorriendo paso a paso en la memoria,
las delicias de tu pueblo.
Un milagro sostenido altera mi subconciente:
el sentir la cercanía
de toda tu patria ausente.
Perlas en mi rostro, en el cuerpo y en el alma,
perlas del París del pecho;
Muy pronto, arrodilladas,
seas mis piernas las que vuelvan,
a cimbrar tu frontera nuevamente.

octubre 11, 2013
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