abril 17, 2013

Te concedo mis lluvias



//Te concedo mis lluvias, mis noches, mis días...

Un hombre me pidió -sin rodeos ni artificios-
que le diera yo mis lluvias.
¿Para qué querría un muchacho mis lluvias como regalo?
Las lluvias no se regalan, no pueden ni sostenerse.
Somos parte de las lluvias cuando nos tocan de pronto;
si de improvisto de abrazan, las lluvias se vuelven gente.
¿Cómo he de darle mis lluvias si yo misma no las tengo?
El hombre quedó cayado, me miró como un cachorro.
-¡Ámame!- decían sus ojos -¡Y como obsequio tus lluvias!
¿Pero cómo he de prestarle mis lluvias que yo no tengo?
¿Pero cómo he de cumplirle una idea que no se cumple?
Es mejor que le responda sincera desde el principio.
-Muchacho desconocido, amor desde el tiempo eterno,
no tengo lluvias que darte, ¡ninguna me pertenece!
Y los ojos del chiquillo (mitad hombre mitad niño)
-sin rodeos ni artificios- me robaron para siempre.