abril 28, 2012

Santos inocentes

//Inocente palomita que te has dejado engañar...   :) 

Abriste un espacio en tu pecho;
escapó de su centro una humilde plegaria.
Temblabas completo. Yo no era nada.
De pronto fui universo, fui todo.
A partes iguales iba y volvía,
extraviada en el cielo y tus ojos.
Entre corazón y miedo.
Se liaron las manos, se unieron los labios.
Inventé un secreto, me pensé en tu vida.

abril 24, 2012

Sí, por favor más café


//¡Al infinito...y más allá!

Desviando un poco del mundo la mirada, me volví sobre mis manos que tomaban la taza blanca por la orejilla. Busqué el fondo por buscar algo…el fondo de aquello aún no era visible. Humeante brebaje guardado en un material que adquiría el mismo calor. Un café: líquido, claro. En algún punto dejó de simplemente existir llamándose café de desayuno y fue más. Ya no era café, eran tus ojos y su suave profundo claro-oscuro. Con la mirada clavada allí no dejé de sentir el resto de todo lo presente. Rumores de hombres. Los percibí hablando de viajes. La esposa de piel blanca, voz armónica y tonos de pueblo que se reforzaban con sus visitas a la mesa. La madera reinaba en un pueblo de manteles, estatuillas y cristales. ¿Libros? Ninguno. De manos viejas con suaves venas azulosas debajo. Cabellos grises en todos los tonos. La esposa. “…pero hay detallitos que deben arreglarle al carro.”
El dueño de casa, la barba porosa, áspera, que cubre toda su cara, cara de toda sonrisa, el gris matizado también se reprodujo en algún punto de su vida. Un hombre pasivo de pura sonrisa, sonrisa en labios y sonrisa en ojos…ademanes de manos duras, secas. Ojos azules acuosos, irreal, azul reciclado, opaco, mohoso. Contaba de aquel viaje que haría con la esposa, la mujer del mandil sobre la ropa que también era mandil. Faltaba poco para jubilarse, la pauta justa para iniciarlo.
El café cambiaba el universo a cada sorbo, un café bueno como fluir de agua, diluvio en sueños y agua de color, mezcla profunda del más allá de la cafeína. Los rumores, la voz y los ademanes se diluían igual que un trago más en la garganta, dos tragos, tres…cinco…la taza sobre la mesa, la mesa llena de vetas, silencio; me supe bebiendo  tus ojos, el líquido entibió mi cuerpo y también tú estabas allí.
Abre la puerta, orillado en carretera. El narrador está detrás de ellos, estoy yo,  mirándolos. Abre la puerta, orillado en carretera. Colores cálidos por todas partes, tierra caliente, árboles verdes que son más cafés que verdes, color de desierto. Una autopista vacía, azul el cielo y blancas sus nubes.
Él sale del auto y se recarga en el coche, que es gris y que brilla. Ella también desciende del vehículo y lo rodea.
Y tú estás ahí. Un sueño tan lejano,  tanto tiempo en distancia que llega de pronto. Y tú estás ahí. Se acerca a él y él la abraza. Yo los veo a los dos desde otro lugar paradójico, los observo y él tiene tu rostro, no lo entiendo.  Eres tú pero aún no lo eres (si cabe tal afirmación), es por eso que te veo y te reconozco aunque no hay detalles en ti, hay un velo precioso de ambigüedad, eres un hombre. Siempre lo has sido pero ya no eres un muchacho.
Una pareja, solos, la besa y ella corresponde, lo besa. No con pasión efímera de jóvenes que se queman de ganas por arrancarse la ropa; con sublime amor de adultos que miran en la vida una oportunidad instantánea de reinventar y reconstruir un amor adolescente; como el primer sorbo del mejor y más aromático vino embriagante, una cosecha infinita.
Un beso con sabor a vino y sol y arena caliente y trigo y mar y aceitunas y días de muertos.
Las manos juntas, cuando te separas de su boca es cuando te reconozco del todo.
Tu cabello largo (un largo sobrio y revuelto); una lucha muy tuya de exigirle a tu fisionomía de niño los años merecidos. La barba. “Tú le tienes más fe a esta barba que yo” le dijiste hacía tanto tiempo, justo antes de su sonrisa haciéndote sonreír a ti.
Era la misma barba, barba deforestación, barba desierto; a fuerza de darle gusto –con los años− le habías invertido tú mismo fe al asunto.
Y la sonrisa también. Jamás cambiaría, ahora, mirándote desde estos ojos, sabía que la sonrisa de muchacho que visita la casa ajena, que saluda al padre de la muchacha que bromea siempre (que bromea con el padre y que bromea contigo) se quedaría allí junto a la barba para el resto de tu tiempo en esta vida. Hombre de sonrisa y barba…hombre de universo.
No me hizo falta verlo, yo entendí qué había en el asiento trasero del auto gris (mientras, debo decirlo (porque casi sentía palpitar mi corazón de verlo), tú permaneciste mirándola con ojos cafés de café de agua de color, con la mirada que lleva tu nombre), había mucho dinero invertido en esa cámara fotográfica.
Sentí todo lo que no hizo falta que viera, todo tu equipo de hombre de arte y su equipo de mujer de arte. Y papeles en desorden compartido, coche de dos.
Te abrazó y con la cabeza ladeada (recargada en tu hombro, con los brazos rodeándote el cuello, con el cabello estorbando tu frente, con su corazón palpitando en tu pecho, con su vida en tu vida, con la punta de los pies tocando la punta de tus pies), cerró los ojos. Latía fuerte, yo sentí en mi pecho su latir, no hizo falta llegar a ustedes y ponerle mi mano en el cuerpo, sobre el corazón. Su eco resonaba en mi sangre a golpe y golpe  y golpe sordo...
Todo el ambiente, toda la historia, tu historia bailaba en mi paladar y me hacía sentir su sabor.
La perplejidad se me atoró en el cuerpo, un matiz estoico me cubrió… y allí me quedé atontada, mirando la tierra que era fértil a su modo, mirando el asfalto que era muy tierno a su modo y mirándola a ella abrazarte; ella que también era muy hermosa a su modo, y a ti con una mano en su espalda. Y mirando tus ojos mirar el cielo. A ti que fuiste al momento una gloriosa escultura, muy muy a tu modo. Y nació una paradoja muy a mi modo y nadó entre trazos grises tomando forma…muy, muy a mi modo.
Los ruidos normales que ya eran extraños, volaban y me arrastraban de vuelta, venía siendo doloroso volver.
El estómago lleno, el olor, el frio, las manos azuladas, los cabellos grisáceos, las demás presencias, metal y porcelana, risas cortas, trivialidades de mesa.
¡No! Yo debía volver… y tal vez por el puro deseo, volví.
Entonces me enteré. Viajabas con ella, viajaban para viajar, no para llegar a un lugar. Claro está que tenían un destino, pero más que eso tenían una ruta. El camino era lo importante.
Simplemente un viaje, andaban para observar, para que tú tomaras tus fotografías, para ella disfrutar con verte tomarlas y dibujarte tomándolas. Y para estar juntos.
Aún estaban allí parados, no se habían movido un ápice, sin embargo yo entendí cada detalle que antes pasé por alto del viaje que hacías con ella. El calor los abrazaba como a mí, tú te olvidaste del tiempo (justo como yo), no prisas, no dudas. Yo pedí un deseo: mirarte por siempre en la eternidad de éste instante, verte tan eterno como fuera tu eterno viaje.
− ¿Más café?
Mano azul empuñando la jarra de cristal de café caliente. Silencio. Ojos recorriendo el brazo, el torso, el cuello, la barbilla, nariz…y al fin los ojos.
“No”
−No gracias.
No había nada correcto en pedir más de aquel líquido. El viaje, tu viaje pulsaba en los costados de la cabeza. Antes hubo una seguridad, antes supe quién era aquella mujer que te acompañó. Antes conocí a quien te guiaría y seguiría a partes iguales. Antes…no dudé de cómo te amó.
Ahora simplemente sabía que esa mujer te amaba, y más allá de una duda era un deseo bien planteado. El deseo de seguir mirando, quizá desde algún otro ángulo, aquel viaje tuyo.

El corazón palpitaba al compás de los costados de la cabeza y de la memoria, no acepté más café… se había terminado. Café de ojos de agua de color.  Paradójicamente la última gota venía a ser el principio del círculo. La única constante en este tiempo y el otro fuiste siempre tú; y probablemente la garganta de quien te miró todo este y aquel tiempo que no ha ocurrido.

abril 11, 2012

Tal vez

/*¿Por qué todavía tú? Porque me niego a dejarte, es involuntario, no puedo, ¡no sé cómo aún! me duele alejarme de esta "cercanía infundada". ¡¡Protesto!! Por eso, ésto es para ti. Ángel mio de sonrisa triste, Ángel que no comprende de sutilezas. */


Cuesta creer que mi certeza no mueva, no despierte. Yo no puedo dudar de mi, pero tampoco puedo entender cómo puede sí hacerlo. Es cuestión de cosas que no sabría explicar o incluso entender. Y ante todo has dicho y te has escudado, me has limitado, con un tal vez. Eso tampoco puedo entenderlo.

Toda historia comienza en el comienzo. Pero qué sucede si la historia ya mismo comenzó a escribirse y nunca ha comenzado. Qué pasa si se dio pie a un cuento escrito en suspiros y sobre hojas fantasía. Es fácil decir, porque cuanto se narre nadie podrá escucharla, nadie la comprendería, y definitivamente ninguna persona en el mundo hablaría de ella. Y sin embargo, existe. Tú eres mi prueba y yo tu garantía.


//Bonito el ánimo mío para rescatar del "silencio" buenos tramos de pasado. C(1/2)/S



A la sombra de una amiga

//Que curioso es releer lo propio, pero ya en tiempos ajenos. 


Mira que ha pasado el tiempo, mira que sí. Y al mismo tiempo no.
Recuerdo que fuimos grandes amigas, hablabas de esas cosas que pensabas y escuchabas lo que yo no decía. Hoy me parece aquello tan lejos, tan raro, tan tan diferente.
¿Qué te ha pasado?
¿Estás sola?
Mentira, reacciona, no lo estás, no estás sola.
Quieres estarlo, neciamente es lo que deseas, quieres estar sola y gritarlo al viento.
Puedo dejarte, puedo olvidarme que fuimos amigas, sería dificil, claro que lo sería:
pero a veces, pienso que las cosas se deben hacer sin forzarlas,
ojalá lo notes, entiendas que tú eres quien se aleja, que tienes amigas, que nos tienes a nosotras,
que no estás mal, aunque quieras estarlo; para eso están las amigas.
Es tan dificil y se siente tanta impotencia, ¿por qué no lo notas?,
cómo es que no ves lo que está ante tus ojos?,a  las personas que estamos allí para tí,
para alegrar un día malo, o para hacer radiante un día bueno.
Éramos del mismo equipo, eramos un solo grupo, hablabas conmigo, me tenías cerca.
Pero sabes, hoy es la primera vez que lo digo a alguien.
Ojalá me equivoque, pero ya lo dije, no hay vuelta atrás (¡que me equivoque, que esté mal, que no sea verdad...porfavor que no sea verdad!).
Ya no eres mi amiga, no sé cuándo pasó pero te olvidaste, me olvidaste y comenzaste a solo hablar de tí.
Sólo tú estás mal, solo tú te sientes sola, solo tú solo tú...solo tú.
Ya no sabes nada de mí, ya no eres un nombre en mi cabeza a quien desee contar algo.
Estás fuera, tu lo quisiste, yo no lo quise, yo no lo decido, pero ya lo entendí.
¿Dejaste el lugar que te ofrecí? ¿Porqué lo dejaste?
¿Porqué te olvidaste que para ser amiga hace falta estar, y querer estar?
Abre los ojos, creo que hay tiempo.
No voy a forzar nada, pero recuerda que así son las cosas.
Lamento decir que la confianza no es algo que se da y se quita...
o la hay y se pierde o deja de haberla, o no la hay.
Tú te estás alejando, tú la pierdes, pierdes mi confianza.
Te ganas a ti sola, estás allí para ti.
Y te sientes sola.
Y olvidas a las amigas, y nos olvidas, y me olvidas...y sigues pensando en tí.
"En estos tiempos no podemos darnos el lujo de perder adeptos a nuestras causas"
Perdí a una amiga, lo siento de verdad y quisiera equivocarme...pero tiene mucho que pasó.
En cambio...tú preocupate ahora, porque vas a perderme a mí, a mí que te dije que estaría para cuando quisieras y para lo que se te ocurriera.
Me pierdes...y para sierpre.

La culpa es suya infame caballero

//A tus palabras que engendan las mías.

¿Quién tiró la primera piedra escrita?
No tema usted valiente caballero,
pues es menester que exista un primero.
Hemos después de tomar represalias.
¡Anunciemos que su vida peligra!

¿Quién hirió de amores nuestras almas?
Mas no debe temer caballero,
pues no es de amor que han de morir los cuerpos,
que al contrario renacen las almas
en un sublime encuentro tan sincero.

¿Quién se decidió a darme esa alegría?
¿Quién lanzó la primera piedra escrita?
¿Piensa acaso que hablo con ironía,
que disfrazo rabia con buenos tratos?
Sé que fue usted humilde caballero
¡Dígame verdades y no mentiras!

¿Quién la volvió mi piedra favorita?
Podría prometer la no venganza,
trataría de no colgarle la culpa.
He de alegar que mi alma sangra.
Sin embargo engañarlo yo no puedo,
de aguantar agravios nada resulta.

¡Confiese usted infame caballero!  
(¡En sueños le busco y con vida le amo!)
¿Enamora primero corre luego?
¿Piensa que he de morder mil veces sus manos?
No sea tarado, ¡despierta le sueño!
y adoro también sus hombros sanos,
pues le amo más que al amor más certero.

Anuncio aquí mi tan justa venganza:
He de adorarle los ojos ladrones.
He de pedirle historias de celtas.
He de besar seis mil veces sus manos.
¡He de lanzarle la piedra de vuelta!

*/ Y veo dama que ha comenzado
a dar muestra de la venganza vuestra,
devolviendo esta piedra a quien la hubiese tirado,
agitando de un golpe la vida nuestra.
Le amo dama, con locura,
y culpable me sé de mis faltas
pero sepa pues que su venganza,
he de pagarle con soltura:
a cada beso con un beso mio
y a cada piedra con otra piedra. [C.F.] /*