octubre 14, 2012

Noche de estrellas

//A todo poema que aprendo en tus labios...a ti.

Los pasos la llevaron lentamente, envuelta en las paradojas de los viajes en el tiempo. ¿Y quien la mirara, qué miraría? Que miraba el cielo y que el cielo, desde lejos, la miraba a ella. Que se sonrieron y que ella te pensaba y también era a ti a quien miraba. El aire frío que caldeaba los pulmones y el olor a la tierra y el sonido de los grillos, de los sapos. El sonido del sonido en el silencio. Y aún miraba el cielo y allí, desde lejos, eras tú quien la miraba. Con la mochila a la espalda y el lodo en las costuras bajas del pantalón y el pensamiento impermeable a lo mundano y el mundo dormido y con los brazos a un costado del cuerpo y los ojos aún en las estrellas. En ese segundo ella te amó ... te amó del mismo modo que yo te amé.Y del mismo modo en que yo te amo -como a las telas de mi corazón-. Y la envidio sinceramente por tener la esencia de lo que a mi me ha de faltar por muchos años más. Y tenías, velando tu sueño, dos corazones que palpitaban al ritmo del tuyo. Supe que cuando hace un grabado de lo sublime en lo vulgar , yo aprendo que al dejar pasar las palabras no me acerco a ella. Y un día, tal vez, yo también sea ella. Y la esencia de todo acaricie mis manos... tal vez así logre atrapar -como en un suspiro que correrá en el tiempo y el pecho de tantos- lo que haga falta para contarle al mundo que te quiero. Y que deseo, antes incluso de que sea conmigo, que seas feliz y que tus hijos un día lo noten y aprendan de la vida lo que tu me haces aprender a mi, aún sin ser ella.
Hizo una llamada, te besó y entró a su casa. También en ese beso yo quería ser ella... y lo intento cada día. Un poco cada día.

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