octubre 23, 2007

¿No era acaso el consuelo de un abrazo?

...el muchacho simplemente estaba confundido, ella había correspondido, lo había notado también en sus ojos, y sin embargo había practicamente escapado, saliendo cual aire entre las manos, había tomado las mochilas y se había respaldado entre el silencio del barucho de los demás, pálida, lívida y con una sonrisa estupida y nerviosa. No lo había vuelto a ver a la cara, ni una vez, ni aún cuando se habían despedido.
El chico sin embargo cargaba ahora con una sonrisa que erróneamente se mal interpretaba como arrogante, cuando no era más que dicha pura. Ya habría tiempo para fruncir el ceño más tarde, cuando le llegaran las ideas racionales, las dudas, los miedos y los prejuicios, dicho de otra forma, cuando se calmara el corazón; mientras tanto, simplemente sonreía como el dueño del mundo, aunque pensara sin margen de error que las mujeres, incluso ella, eran unas locas...

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