noviembre 26, 2016

El primer cuento



Toda la culpa es de mi hermano. Me acuerdo que era julio porque casi iba a cumplir siete. Y ya tengo siete y medio. Me dio un regalo, dijo que como yo ya iba a ser un adulto tenía que empezar a leer cuentos. Le contesté muy enojado que había leído millones. Mentí. Me explicó que el primer cuento siempre tiene magia. Todos dormían cuando lo abrí y con una lamparita comencé a leer. En la mañana me despertó una mordida en la nariz. Cuando me puse mis lentes encontré una gotita de sangre. ¡No pude ni gritar! Junto a mí había un conejito gris. Desde ese día cada vez que me da hipo escupo uno o dos conejitos, a veces hasta tres. Ya no duermo en mi cuarto. Si me quedara adentro de la casa, en algún hipo nocturno escupiría tantos conejitos que nos quedaríamos sin aire. Duermo en el jardín, así cuando ellos nacen pueden masticar las plantas de mi mamá. Mis conejitos son muy inteligentes, aprendieron a hacer torres para abrir el refri y comerse las lechugas. Mi papá dice que puedo solucionar la hambruna mundial. Tan sólo de pensarlo me da un hipo tremendo y los escupo en avalanchas. Ya no como cosas que piquen y siempre uso suéter. ¡Es peligroso tener hipo tan seguido! Pero gracias a tu idea tal vez me cure. Busqué mucho y ya escogí otro cuento. Se llama Axolotl, no sé lo que significa, pero lo escribió el mismo hombre. Debe ser un buen cuento.


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